
Este podcast habla sobre los prejuicios que tenemos los emprendedores acerca del dinero. Muchos de ellos fui dejándolos atrás a medida que avanzaba en mi camino al frente de RE/MAX y se los comparto en este podcast. Estos fueron los temas de los que hablé:
00:00 Comienzo
00:59 ¿Cómo fue tu primer contacto con el dinero?
03:20 ¿Cuál fue tu peor decisión financiera?
04:42 ¿Qué hizo que cambies tu forma de ver el dinero?
05:56 ¿Cuándo empezaste a gestionar el dinero y no solamente gastándolo?
08:13 ¿Por qué dejar la comodidad económica para emprender?
11:29 ¿Te cambió el dinero?
Abrazá un propósito. ¡Desafía al mundo e inspirá a otros!
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Te dejo un resumen del episodio:
Yo no me crié con mucha guita. En mi casa, si quería plata, tenía que laburar: lavar el auto, cortar el césped, salir a cortarles a los vecinos para ganarme unos pesos. Mis viejos fueron mis primeros jefes y agradezco eso, porque me enseñaron que nada era fácil y que el esfuerzo tenía valor. Con los años nuestra situación económica fue mejorando, pero siempre me quedó la pregunta de cómo manejar el dinero con los hijos. Uno quiere darles lo mejor, pero al mismo tiempo sabe que, si les das todo servido, no desarrollan el músculo de salir a buscarlo. Esa línea es difícil. De chicos les pedimos todo a nuestros padres, ellos aprenden a decirnos que no, y uno se acostumbra a eso.
En mis últimos años viviendo con mis padres, éramos misioneros. Cuando estás en esa tarea, sabés que hay gente que te ayuda y que tenés que ser muy responsable con el dinero. Por eso crecí con la idea de que había que ser cuidadoso y que, si era barato y grande, mejor. Cuando empecé a salir con Dot, eso se notaba: hacíamos listas de regalos con un presupuesto y ella compraba una sola cosa, linda y pensada. Yo, en cambio, quería comprar mucho y barato. Varias veces traté de ahorrar y me salió mal, y eso me obligó a mirarme un poco más.
Con el tiempo empecé a ganar más dinero y aparecieron mambos que no sabía que tenía. Me pasaba que, si tenía un auto más lindo, lo dejaba a unas cuadras porque me daba cosa estacionarlo cerca. Ahí entendí que culturalmente tenemos la idea de que el dinero está mal. Y me di cuenta de que esa incomodidad puede ser una limitación para crecer. Si no encontrás ejemplos de gente que progresa y está bien que lo haga, terminás resistiendo ese crecimiento adentro tuyo.
Cuando decidimos emprender en Argentina veníamos de una buena situación en Estados Unidos. Pensábamos que en dos años íbamos a estar bien y fueron diez. Nos endeudamos, trabajamos sin parar, sin vacaciones, con lo justo para todo. Después de siete años dejamos de caer y recién tres o cuatro años más tarde terminamos de cancelar nuestras obligaciones. Al principio a nadie le importaba, pero después ya éramos “el señor y la señora Remax” mudándose a lugares más chicos, y uno empieza a pensar qué va a decir la gente. Fue una década de remarla.
Con el tiempo entendí que el dinero es solo una moneda. No te hace mejor persona. Lo que sí hace es mostrar quién es quién. Creo que Argentina necesita más historias aspiracionales, personas que hicieron su camino trabajand