Dios es soberano, tiene el control absoluto y su propósito siempre es para nuestro bien. Aunque a veces no entendamos sus caminos, su amor y misericordia nos sostienen. La historia de José nos recuerda que, incluso en el dolor, Dios transforma el mal en bien. Confiemos en su soberanía, entregándole nuestras preocupaciones y descansando en su plan perfecto. ¡Todo va a cobrar sentido!