La vida moderna se mueve a un ritmo vertiginoso. Estamos constantemente corriendo de un lugar a otro, atrapados en un ciclo de un sin fin de tareas y responsabilidades. Este ritmo acelerado nos deja agotados, estresados y ansiosos, viviendo sin disfrutar el presente. Nos sobrecargamos con compromisos innecesarios, tratando de cumplir con todo y olvidando lo que es realmente importante. Un consejero recomienda algunos pasos para desacelerar: primero, detente y reflexiona sobre cómo simplificar tu vida. Tómate el tiempo para pensar en lo que realmente importa y cómo puedes hacer espacio para ello. Segundo, elimina actividades que solo consumen tu tiempo y no te aportan valor. Finalmente, prioriza tus relaciones más significativas y asegúrate de darles el lugar que merecen. Simplificar tu vida te permitirá enfocarte en lo esencial. Dios quiere que vivas sin ansiedad, confiando en Su provisión y paz. Ora y pide Su guía para equilibrar tu tiempo. La Biblia dice en Filipenses 4:6, “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios” (LBLA).
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