👮Los timos han estado presentes en la historia de la economía casi tanto como el propio comercio. Cada época ha tenido sus propios engaños, desde los vendedores ambilantes que ofrecían elixires milagrosos, hasta las sofisticadas estafas digitales que hoy circulan por internet. En esencia, todas comparten un mismo patrón: la habilidad del estafador para disfrazar la mentira de oportunidad y aprovecharse de la confianza ajena. Detrás de cada fraude hay más que un delito, también se revela la psicología de la época, las debilidades del sistema y, en ocasiones, la eterna fascinación por el dinero fácil.💶En España tampoco hemos sido ajenos a estas tendencias delictivas. Hace ya unas cuantas décadas, en los 70, empezó a popularizarse un fraude que dejó tras de sí almacenes vacíos y empresarios arruinados. En una época en la que los créditos se concedían casi con con apretón de manos, aparecía la versión castiza del fraude de la confianza comercial o el fraude del crédito. Con la peculariadidad de que aquí se le llamó 'el timo del nazareno'.⛪No está muy claro por qué se le llama así, ya que hay varias teorías. La primera es que se le puso ese nombre porque hay una procesión de acreedores acudiendo a las oficinas del estafador para saber dónde está su dinero, asemejándose a las procesiones de Semana Santa. En la misma línea religosa, también hay quien dice que se debe a que se basa en una venta traidora, como la de Judas a Jesús, el nazareno. Y la última, que se debe a que los nazarenos se ocultan bajo un capirote en Semana Santa, y en estas estafas siempre hay un delincuente oculto.
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