Alguien afirmó: “El sentido de la vida se encuentra en vivir con sentido”. Tristemente, muchas personas desconocen el propósito de su existencia; no saben de dónde vienen ni hacia dónde van. Todos nacimos con un propósito más allá de solo crecer, reproducirnos, trabajar, pagar cuentas y morir. Dios nos ha creado con un diseño especial y un propósito particular. Cuando entendemos esto, nuestra vida cobra valor, porque quien sabe quién es, entiende cuánto vale. Nuestro propósito en la vida incluye crecer, servir, compartir y amar a los demás. Incluso la adversidad tiene un propósito. Si vivimos con intención, evitamos malgastar nuestros esfuerzos en lo trivial. Descubrir nuestro propósito es esencial a cualquier edad, ya que se convierte en una cura para muchos males. Dios desea que descubras tu propósito. Tan importante es el día que naces como el día que descubres para qué has nacido. Esta respuesta está en nuestro diseño; nuestros dones y talentos revelan nuestra capacidad para servir a Dios y a los demás. Si no has encontrado tu propósito, sigue buscando. Si ya lo has encontrado, afírmalo. Y si lo estás viviendo, permanece firme.
La Biblia dice en Jeremías 17:10: “Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones” (NTV).
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