«Ninguno de los obreros, los que sobrevivieron a la vejez, se quejará nunca de la mina o del trabajo. Tal vez protestará por el salario, o por los precios fuera de mercado de la tienda de propiedad del patrón. Tal vez se indignará por la arrogancia del director. Pero nunca se quejará del trabajo, o de la montaña, porque el verdadero minero sabe que su pan fue sacado con ese mismo mineral, y es salado con el sudor de sus esfuerzos». Museo del Minero, Buggerru, 1904-2024.
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